sábado, febrero 28, 2009

Echo de menos...


  • Ponerme las gafas de sol, porque llueve y está nublado.
  • Los días en el campo, de pequeños.
  • Cuando mis padres nos recogían los viernes por la tarde del cole y nos íbamos a pasar la tarde a un campo que hoy no logro ubicar.
  • Jugar en la Escalerilla.
  • Los molletes con mantequilla y azúcar.
  • Jugar a las casitas en la Era.
  • Aquellas comidas en el hotel Emperatriz que mis tías organizaban para enseñarnos a comer con educación. Insuperables.
  • Las comuniones en el campo y las escapadas a la Alameda para fumar a escondidas.
  • Palmira´s House, mi hogar de Cáceres durante la carrera.
  • Aquellos cafés con croissants de nata y choco los sábados por la tarde que no nos engordaban.
  • Las tardes de lluvia estudiando oposiciones en mi casa sintiéndome muy sola, pero muy a gustito.
  • Los viajes con Pili en la cama voladora.
  • El huerto del Yayo y sus cabritas. Y Pirata, el único perro que no me dio miedo.
  • A Tippi y sus siestas conmigo en la solana de mi cuarto de Cáceres.
  • Las "Grandes novelas ilustradas".
  • Pasar una tarde de compras con G.
  • A Claudia con los leotardos rojos y la rebequita rosa.
  • El olor de la papelería de mi madre, a papel y medicinas (tantos años siendo farmacia...).
  • Isla Cristina, y el sol reverberando por la mañana en la cúpula del cementerio.
  • La colonia Acqua Prima.
  • Y miles de cosas más, más cercanas, más lejanas en el tiempo, más importantes o más bobas, pero de lo contrario, esta entrada sería interminable.

viernes, febrero 20, 2009

Los sureños

Éste es, para mi gusto, el mejor pasodoble de la comparsa "Los Sureños", o al menos, a mí es el que más me gusta, aunque hay otro de los principios de la comparsa dedicado al Guadiana, que es otra pequeña obra de arte. Creo que es de 2004. La letra es de mi señora madre (ya ven que lo de la escritura es de familia) y el montaje es obra, gracia y salero de Darth Braul. Muy bonito, chiqui.

lunes, febrero 16, 2009

Día de San Valen

Mi día de San Valen comenzó el día 13 por la noche, concretamente a eso de las diez y media largas cuando Mr. G. me recogió en la puerta del insti para irnos a Villanueva del Duque. Antes de emprender tan proceloso periplo me hizo entrega de mi regalo. Ya, ya sé que no soy muy original, pero a mí me encanta que me regalen esas cosas. Y no sean mal pensados, oigan, que no estoy hablando de juguetillos sexuales ni ropilla interior roja de bataclana (mi ropa es blanca, de algodón y un perfecto antídoto contra la lujuria, debido a mi poco amor a la lencería).
Hablo de dos libros, claro. El cuento nº 13 y La sombra del viento, que siempre quise poseer.
Al día siguiente ya era el santo de marras. Mr. J. le regaló a Lady MC. un bonito reloj, y Mrs. Rose a su Mr. Jk., un ajedrez. Buenooooo....ya estábamos regalados. Con lo que no nos podíamos regalar era con comiditas. Esta vez nos quedamos más bien cortos, y sólo teníamos para un almuerzo, por lo que decidimos celebrar el santo de los enamoriscados en el chino de Pozoblanco. Mientras los habitantes del celeste imperio nos traían la manduca, cosa que se demoró bastante porque había overbooking, nos dedicamos a grabarnos en vídeo haciendo mofa, befa y escarnio de la seriedad de tan fausto día, dándonos besitos con cara de galanes y galanas ochocentistas, ya saben, parpadeos a la velocidad de un colibrí y boquitas apiñonadas.
Los celestiales, haciendo gala de su habilidad para conseguir imposibles, nos consiguieron una mesa de nueve. Me encantan esas mesas chinescas, porque son redondas, nos vemos todos muy bien las caras y en medio tienen un adminículo redondo que gira para facilitar el traspaso de bandejitas de unos comensales a otros. Sin embargo, a diferencia de la pasta, este prodigio sí que lo inventaron los italianos, bajo el nombre de Giratutto, ¿o no se acuerdan de él? Bien, el giratutto de marras fue el choteo de la noche, sobre todo, cuando a los postres (no pedimos, es un modo de hablar), Mrs. Rose no pudo resisirlo más y le imprimió un pequeño impulso. ¡Nunca lo hubiera hecho! Toda la cristalería, las botellas de agua los tenedores y los cuchillos salieron volando...en dirección a Mr. G., que quedó hecho un ecce homo, lleno de manchurrones de líquido. ¡Glup! Y la guardia civil haciendo controles... Mr. G. se preparó de urgencia un discurso acerca de la emoción que le produce la contemplación del Cuerpo, hecho que provoca la relajación de sus esfínteres. Yo opinaba que era innecesario, ya que no era pis sino agua lo que salpicaba su ropa, pero de todos modos me pareció poético y dejé que siguiera imaginando...
Efectivamente, si a la ida estaban en nuestro carril inspeccionando que íbamos bien amarrados, a la vuelta, estaban en nuestro carril deteniendo a los devotos de Baco. Mr. G. sopló y sopló... y el numerito no subió y se quedó en cero patatero. El agente lo miró afectuosamente y le regaló el chirimbolo por donde había soplado como premio a los niños buenos. Qué bonito es San Valen. Mr. G. no pudo soltar su discurso, pues el hecho de que uno de los Van de Verde le regalase algo el día de los enamoriscados lo dejó sin habla.
Y en fin, vuelta a nuestro latifundio, donde dio lugar el sábado, sabadete, comida china y falete (nota: falete es el cubata servido en un macetón talla XXXL, no el/la artista). Yo por mi parte, me fui a la camita y dejé a Mr. G. jugando a los naipes con los otros nobles caballeros. Tras soportar numerosos apagones que sólo se producían en mi habitación y no me dejaban leer, ignoré a los poltergeist y me dormí. Como ven, todo muy romantique. Por las narices.

miércoles, febrero 11, 2009

Cosas que hay en mi bolso (actualización)

Retomo el post de Velvetinna acerca de lo que hay en las profundidades abisales de nuestros bolsos, pese a que ya le he recomendado mi entrada del año pasado. Pero como he cambiado de bolso y de gafas de sol, entre otros muchos cambios, vuelvo a fotografiar mi serón, porque más que un bolso es una sera de ésas que llevaban las mulas y paso a describir su inefable contenido:
Sección salud y belleza: brillo de labios que nunca uso, cacao, cremas hidratantes, pilas de audífonos, caramelines, paracetamol a granel y tampax.
Sección laboral: fastuosa colección de bolígrafos de todo pelaje, portatizas pijo y el insustituible pendraiv.
Sección ocio: Tabaco y el club de los cinco mecheros (luego rebusco y no encuentro ninguno). El paquete de tabaco está coronado por una banderita sueca que declara mi incondicional amor por Ikea (la cogí de un plato de albóndigas suecas).Un poco más abajo, el emepetrele (en realidad es un mp4, pero no soy capaz de buscar un nombre cariñoso con ese número) en su pizpireta bolsa. Debajo, se intuye un cuelgabolsos para los baretos.
Sección ocular: gafas de sol (nuevas; esta vez son de óptica) y una de mis gafas de ver, las que peor me quedan).
Sección económica: monedero amarillo donde cabe casi todo (los billetes más grandes deben ir algo arrugados).
Sección ferretería: llaves de mi Octavia y de mi ZX, que uso a días alternos, y llave magnética de los aparcamientos del insti en un colgante de los Pingüinos. Y las llaves de casa, si no, desde dónde creen que escribo.
Y eso es todo, amigos. Mi serón asoma por la parte de arriba de la foto y ese fondo tan cuco y verde de redondelitos no es más que el edredón de mi dulce camita. Ahora le paso el testigo a quien lo quiera coger.
Nota bene: el móvil brilla por su ausencia porque es el reportero, no sé dónde diablos he puesto la cámara. Es un Blackberry Pearl blanco, más malo que un dolor. No recomendable para gente de poca paciencia.

miércoles, febrero 04, 2009

Sueños en technicolor


Mis sueños son muy raros, valga la redundancia, porque todos los sueños son raros. Pero pregúntenles a mis seres cercanos y le contestarán que no han oído sueños más estrafalarios e intrincados que los míos. Todos coinciden en que la causa se debe a mi desaforada y calenturienta imaginación (calenturienta no en el mal sentido, sino en la acepción de "enfebrecida", ya que no deja de trabajar ni un solo minuto). Y algunos,más que ser raros, son lógicos, es decir, tienen argumento, con su presentación, su nudo y su desenlace. Hay tres de los que guardo un grato recuerdo:

  • Mis compañeras del colegio y yo, capitaneadas por Don Antonio, el cura que nos daba religión (se trata de un cole de monjas), hacemos frente a la invasión de nuestro colegio por parte de los alemanes, que entran por la puerta de los autobuses al patio. Don Antonio, al parecer, era miembro de la Resistencia, y tenía un arsenal de ametralladoras en la sacristía. Nos las repartió y nos distribuyó por la galería que rodea al patio para defender el cole de los malvados alemanes. Por supuesto, tras una ardua lucha, dimos fin a la segunda guerra mundial con nuestra victoria.
  • Los tres mosqueteros y yo, aspirante a serlo, y vestida con un enorme sombrero y botas altas y armada de un estupendo acero toledano, liberamos al rey Luis XIII, prisionero de los malos en un granero. Mi escena de la lucha sobre las vigas del techo no tiene precio. Por supuesto, volvimos a ganar los buenos.(Por cierto, Los Tres Mosqueteros lo leí después, pero es cierto que había visto películas y me tragué Dartacán entero)
  • Me he pasado media vida conduciendo (sin carnet, oh, delito) un R5 rojo de Mérida a Cáceres.La sensación de miedo desaparecía a medida que el coche me obedecía. Por supuesto, en cuanto decidí sacarme el carnet, el sueño desapareció sin dejar rastro. Ya he conducido varias veces hasta Cáceres; eso sí, he llevado un ZX, un Astra y un Octavia, aún me queda probar el R5 rojo, pero no creo que caiga esa breva.

Y esto del cochecín rojo me lleva a decir que sueño en colores. Hay quien dice que unos sueñan en blanco y negro y otros en colores; otros, que todo el mundo sueña estrictamente en blanco y negro. Yo estoy segura de soñar, no en color, sino en technicolor, porque luego recuerdo detalles de ese sueño en colores muy vivos, sobre todo la ropa (casi siempre voy vestida con los colores que no me gustan: blanco, rosa, naranja...) y objetos como joyas con piedras de los colores más detonantes, coches, cuadros...

Últimamente sueño que busco algo. Voy y vengo en coche de un punto de partida donde me espera gente conocida y nunca encuentro lo que busco, me despierto antes, y al despertarme, no recuerdo qué demonios andaba buscando con tanto afán. Todas las noches es lo mismo, pero con variantes: varía la gente, los lugares, las cosas que digo y hago, pero siempre busco y busco, y no encuentro ni recuerdo lo que busco. Es un rollo cuando me despierto, aunque el sueño no es desagradable.

Otro de mis sueños recurrentes es el ascensor, de todos los tipos, sofisticados como un salón dieciochesco, transparentes, o consistentes en una silla montada sobre un brazo articulado; de los que suben y bajan normalmente, o que se desplazan en diagonal. Dice que representan la ambición. Mi horóscopo celta dice que soy fresno, que simboliza también la ambición. Y mi ambición no es más que sacar la plaza algún día y seguir con mi vida. No aspiro a ser directora ni inspectora ni consejera ni ministra de educación. ¿A qué viene entonces tanta ambición en mi subconsciente?

Ahí queda eso. ¿A vosotros que os pasa cuando dormís? ¿También tenéis aventuras de capa y espada o no tiene lógica lo que soñáis? ¿Y soñáis en color o en blanco y negro? Espero vuestros testimonios.