martes, febrero 06, 2007

San Valentín son todos los días

Al menos para mí; por eso, no tengo que esperar al día 14 para tener que felicitar a Grego...y felicitarme a mí misma por la suerte que he tenido de compartir mi vida con un hombre como él.

La historia comienza en 1997, un día de Reyes en la Corrala. Ahí fue cuando se me cruzaron los cables. Resultó que había mucha gente. Grego ya estaba allí con unos amigos, mi primo Javo y mi hermano Antonio (conocía a mi familia antes que a mí),y yo estaba de pie ante una mesa, mirando las musarañas, como de costumbre. Él me dijo que si no me sentaba me iban a quitar el sitio, una frase tan normal como cualquier otra, pero justo en ese momento, pensé que él tenía que acabar saliendo conmigo como fuera. Bueno..tras un año y pico de acoso y derribo, currándomelo todo yo solita (él al principio no me hacía mucho caso), al final empezamos a salir en 1999...y hasta ahora. En septiembre del 2003, nos fuimos a vivir juntos, y en mayo del año pasado nos casamos. Y, salvo los primeros meses de noviazgo, que fueron horribles porque no nos veíamos, el resto del tiempo ha sido mejor que cualquier cosa que pudiera imaginar.

Hemos hecho muchas cosas juntos, y hemos vivido muchas peripecias juntos, y lo que nos queda, porque nuestra intención es seguir juntos el resto de nuestra vida, y trabajamos todos los días por conseguir esa meta (ya le he dicho que jamás le daré el divorcio, jajajajaja). Me gustaría que nuestra relación fuera como la de mis padres, o la de mis abuelos, que llevan 64 años juntos, toda una vida.



De momento sólo llevamos juntos casi cuatro años, pero seguimos siendo tan felices como el primer día, o quizá más. Ya ha pasado el tiempo de las mariposas en el estómago, pero la relación se ha hecho aún más fuerte y más profunda.
Así pues, lo único que me queda es darle las gracias por haberme hecho tan feliz y por seguirlo haciendo, por ser tan bueno y por tenerme tan consentida, por su paciencia, su tranquilidad, sus mimos, su sabiduría de la vida, su sentido del humor, su sinceridad y por tantas otras cosas que sigo aprendiendo de su mano. Te quiero, peque.

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