viernes, marzo 23, 2007

Hablemos de "eso"

Cuando estaba en el colegio, una profesora (bastante retrógrada ella, todo hay que decirlo), nos dio una charla sobre sexualidad, aprovechando la tesitura de que estábamos en 7º de EGB y ya teníamos el período y toda esa parafernalia -bueno...todas, no. En mi caso, tuve dos años más de niñez y de felices juegos con muñequitas, siempre he sido más tardona para todo-, así que nos lo explicó todo . Hay que decir que el aspecto fisiológico lo bordó; hasta ese día, no tuve claro si la regla duraba un mes y descansabas cinco días o al revés, lo juro.

Pero hubo algo que se me quedó grabado, no sé por qué, ya que ni siquiera sabía con exactitud en qué consistía el sexo. Por aquellos entonces no entraba en mi cabeza que existiera algo llamado penetración, simplemente era incapaz de imaginarlo, aparte de que no entraba por el momento en mis intereses. La profe decía que aunque la mujer sintiera deseo hacia su pareja, debía disimularlo, pues no era bonito que una mujer tuviera deseos, eso sólo lo hacían las "mujeres de vida alegre" (palabras textuales, lo recuerdo perfectamente, porque pensé que sería divertido ser de mayor una mujer de vida alegre. Menos mal que me guardé la reflexión y no la expresé, o me hubieran expulsado una semana del colegio).

En fin, que ahora soy mayor y tengo pareja, y resulta que mis intereses han cambiado; ahora me aburre jugar al cala, y el sexo lo encuentro de lo más interesante. Y ya no quiero ser una mujer de vida alegre, porque al fin supe qué significa la expresión y, la verdad, esa vida tiene poco de alegre a mi modesto entender.

Sólo que me sigue intrigando que todavía hoy las mujeres nos sigamos comportando como si no nos gustara. No me gusta ser de las que dicen que no les gusta el sexo, "hoy nooooo, cariño, que me duele la cabeeeeza" y todas esas cosas. O bien, "uf, mi marido, qué agotadita me tiene, a ver si me deja en paz esta noche". No. Opto por callarme y no decir nada. Porque no me parece bien criticar en público una actividad que en privado me encanta. Tampoco me parece bien ir diciendo a las primeras de cambio "¡me encaaaaaanta hacer el amor! ¡me enloquece! Hacemos esto, lo otro y lo de más allá..." Tampoco. El sexo es cosa de dos y además, privada, mejor no publicar los detalles. Sólo que no pongo una cara en la intimidad y otra de cara a la galería.
Una amiga mía, de mi edad además, con la que tuve un día una de esas divertidas charlas sobre sexo, empezó a acusarnos a otra amiga y a mí de tener la temperatura más alta de lo normal, pero con una palabreja más soez. Y todo porque considerábamos que no siempre el hombre ha de llevar la voz cantante y la iniciativa. Por más que intentábamos razonar con ella aduciendo que el sexo es cosa de dos, no hubo manera.
No sé cómo seguimos actuando así, después de todos los terrenos que hemos ido conquistando. El gusto por el sexo no es patrimonio de los hombres. Que yo sepa, las mujeres somos también seres sexuales, todavía no he conocido a ninguna mujer con alas y aureola en la cabeza. Menos mal que no somos así, lo que nos perderíamos; el sexo es bonito, placentero y, junto con la poesía y el queso, el mejor invento de la humanidad.

1 comentario :

Evla dijo...

La verdad es que vistas así, mis ideas sobre la sexualidad cuando era juvenil eran de lo más ignorantes, Era muy inocente, es cierto, pero mi inocencia tenía dos fuentes; primero, que por aquel entonces no llevaba audífonos y perdía muchísima información. Segunda, puro pasotismo. Aquello, como no me afectaba, me entraba por una oreja y me salía por otra, pensando que cuando me llegara el momento, ya lo aprendería sobre la marcha. El tema de los embarazos y demás nunca me produjo curiosidad. Veía a mi madre embarazada constantemente y lo tenía por algo normalísimo. Además, tenía mi propia teoría de los embarazos: una mujer se quedaba embarazada...andando. Porque mi madre se daba unos paseos tremendos, y conforme pasaba el tiempo y más andaba, veía que más le crecía la panza. Pura lógica.