jueves, julio 09, 2015

DESGRACIAS COTIDIANAS (I)

LA FOTO DEL DNI.
Hace dos sábados, me peiné y me atusé bien con la plancha ese pelo levantisco que me amanece a diario y fui a hacerme la foto para el DNI. Llegué tan temprano que abrí la puerta del estudio antes de que llegara el fotógrafo. 
- Quiero hacerme fotos para el carnet de identidad - pedí mientras caía en la cuenta de que se me había olvidado pasar por chapa y pintura.
Me hizo pasar muy amablemente a un cuartito blanco con un bonito paraguas y una silla Luis XVI y me indicó que me pusiera tras ella y me apoyara en el respaldo. Yo saqué mi mejor cara, es decir, ojos de pescadilla y sonrisa más falsa que la de Iscariote dando besitos. Y tensa. Porque cuando me apuntan con un objetivo, me pongo muy nerviosa, estoy convencida de que las fotos me roban el alma. Y la memoria, que cada vez tengo menos y el año pasado olvidé mi aniversario de boda.
- Ayyyyy - me dijo el fotógrafo -, me acabo de acordar, tienes que quitarte el flequillo.

- ¡Ah, nononononono, de eso nada, llevo flequillo desde mi mayoría de edad y tengo ya cuarenta y cuatro años! Y además, sin él estoy muy fea.
- Es que no te van a admitir la foto, tiene que ser con la cara despejada. Ahí tienes un espejo, arréglate el flequillo y échatelo hacia atrás.
Maldije al ministro del Interior y a todas sus pompas y obras; me aparté como pude mi marquesina y volví a ponerme tras el trono del rey francés.
El pobre fotógrafo me hizo como quince fotografías. Como tengo superpoderes (tengo dos: el don de la profecía, vaticino certeramente cuántos de mis jóvenes padawan van a suspender la evaluación, y el de leer los pensamientos ajenos), vi claramente en la mente del buen señor la siguiente frase: "No hay modo; a ver cómo consigo que no parezca demasiado un sapo con gafas". Yo agradecí el empeño y el buen hacer de este hombre; hacía que mirase hacia la izquierda, hacia arriba, ahora un poco hacia tu derecha, baja un poco la barbilla, mira al objetivo, no aprietes la boca, no frunzas el ceño, no hagas como Marujita Díaz con los ojos...Pero es que me pongo muy tensa. Al final eligió una después de agotar la memoria de la tarjeta (36 teras).
-¿Quieres una foto de cartera para tu marido?
-¡Ni mijita! ¿Para qué quiere mi marido la foto de un sapo?

Epílogo: dos días después fui a comisaría, temblando como una hoja, porque temía no salir de allí; me daba miedo de que al ver mi foto, saltasen las alertas de alguna criminala muy buscada, pero la señora de la oficina no hizo el menor comentario, así que me fui muy aliviada para casa, con un DNI electrónico y la condena de aguantar la foto de un sapo durante diez años.

(Nota: sé que alguno de ustedes querrán ver la famosa foto, pero va a ser que no. Les pongo una muy parecida que he encontrado por internet).

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