Sin equipaje ninguno, a dos dedos
o en la lancha silente de mi palma,
viajo por tu piel, mientras respiras
como un planeta dormido.
Recorro el desierto de tu espalda,
tan vasto que me pierdo en las dunas
de tus omóplatos
y resbalo por tu sedosa arena
hasta el valle previo a tus secretos montes.
Y mientras giras,
planeta quedo,
en mitad de las persianas bajas,
yo viajo por tus tierras,
por tus veranos secretos
y no sé dónde quedarme.
Seguiré errante
y haré de ti mi casa.
(Día del Pilar, mientras espero que se despierte)