sábado, julio 21, 2007

Oyendo a medias

Me he quitado el audífono derecho. No lo soporto. Me ha salido un grano en el más recóndito repliegue de la oreja, como todos los veranos (el calor, el sudor y el roce del molde hacen de las suyas) y llevar el molde supone dolor a todas horas, y más cuando me lo pongo y me lo quito. Entonces, casi me mareo.

Así que ahora oigo a medias, pero al menos, no me duele la oreja. A veces pienso que una mañana de verano me levantaré y veré que se me ha quedado la oreja sobre la almohada. Es molesto llevar uno sí y otro no, es como llevar gafas con un cristal puesto y otro quitado. Es más molesto, porque no oigo si me llaman, no entiendo bien la tele, y a Grego lo oigo como si me hubieran puesto un trapo en la oreja. Hago como los viejos y giro la cabeza para escucharle por el otro audífono. A veces, como recuerdo a Buñuel en una foto, hago un cuenco con la mano a modo de bocina y me digo a mí misma que soy una antigua.


Así que aprovecharé las horas de la tarde sin salir de casa para andar coja del oído, pero aliviada al menos. Cómo puede una oreja doler tanto por semejante minucia. Me pondré Plasimine para que se vaya secando, pero hasta dentro de un par de días no se me secará y me seguirá doliendo. Es un dolor agudo y desacostumbrado, mareante cuando el molde toca el minúsculo grano que mis dedos son incapaces de encontrar; pero sé que está ahí, pequeño y terrible.

Esta noche tendré que ponérmelo, o si no me comportaré como una alelada. Cuando no oigo, huyo de las conversaciones, y no me gusta hacerlo. Ayer, en el karaoke había tanto ruido que me resultaba imposible hablar con nadie, salvo que tuviera que decir alguna cosa puntual, así que tenía aspecto de aburrida (me pongo a leer las letras de las canciones y a ver hasta qué punto los vídeos tienen relación con las letras; eso me entretiene...hasta que me entra sueño).

A veces me da coraje depender de esos dos pequeños elementos para poder hacer una vida social más o menos adecuada, pero tengo que reconocerles el mérito de que han cambiado mi vida, haciéndola más cómoda, y permitiéndome haber conseguido cosas que sin ellos sólo hubieran sido material de sueños.

Cuando me los puse por primera vez, tenía trece años, y me encantó llevarlos, hasta tal punto que me corté el pelo para lucirlos mejor. Por aquel entonces, atesoraba un cromo que me dio una compañera de clase del Hombre Biónico y yo quería ser como él. Estaba más tonta que mandar hacer, pero al menos el hecho de ponerme audífonos nunca me supuso un trauma. Es una suerte que siempre haya sido tan novelera; para mí, ponerme los audífonos era una novelería más que nadie más de mi entorno podía gozar. Eran un tesoro (y lo son, cada vez más caros), ¡con lo que me gustan a mí los botoncitos y las ruedecitas! Y descubrí que gracias a ellos podía manejar a mi antojo la comunicación y cerrarme a lo que no me apetecía oír, rebajar el volumen de los ruidos molestos, mientras que los oyentes tenían que aguantarse... ¡qué dos maquinitas más saladas!

Sólo en verano me dan la lata, como ahora, pero ya dependo de ellos para todo, salvo en el agua y en la cama, y me tengo que aguantar. Menos mal que quedan las siestas del sábado, sin hacer nada, para poner a descansar mi maltrecha orejita.

9 comentarios :

Anónimo dijo...

La falta de audición es una limitación terrible y cruel, te aisla del mundo y te incomunica y yo lo se bien porque en mi familia hemos padecido sordera, sin embargo tu has podido encontrar un remedio, que no siendo perfecto, te permite integrarte en la sociedad y poder llevar una vida normal. Cosas tan simples como preguntar en una ventanilla de la administración o ir a visitar al médico se hacen imposible cuando una persona padece sordera, de tal forma que siempre necesitan ayuda o mas bien un oido amigo para poder valerse por si mismo, esta limitación produce frustración, mal humor y hasta desesperación, pero en la era que vivimos todo esto se soluciona con un simple aparatito aunque a veces nos moleste un poco. Enhorabuena por haber vivido en esta época y poder superar este capricho de la naturaleza.
Piensa tambien en aquellas personas que no se pueden expresar bien...., mudos, tartamudos, etc. Desgraciadamente para ellos no existen aparatos y no pueden quejarse de los granos de su lengua, ojala pudieran quejarse y sin embargo tambien se aislan, frustran y desesperan. Y quizas lo mas terrible de todo sea la falta de la vista, no poder ver las cosas maravillosas de este mundo es lo mas cruel de todas las limitaciones y tampocon tienen aparatos, así que debes estar conforme y aliviada porque tu limitación la tienes totalmente superada. Bss

Evla dijo...

Acabas de definir a la perfección lo que significa tener una barrera de comunicación, aunque yo no suelo padecerlas, gracias a Dios (salvo una horrible excepción, en un viajecito en autobús de Burgos a Mérida...ya lo contaré.
La verdad es que sólo me acuerdo de que soy sorda cuando se me acaban las pilas del audífono, mientras tanto, ni me acuerdo, la verdad. Sólo que llevo tres días aguantando esta molestia y no me deja estar a gusto, es todo el día con dolor de oreja y me siento muy a disgusto. Por lo demás, sé que a ese par de menudencias le debo ser lo que soy. Digamos que esta entrada es una especie de pequeño homenaje a mis dos cucarachitas biónicas.

Evla dijo...

Toda esta entrada venía a que estaba cabreada como un chino porque un acto tan trivial para mí como ponerme o quitarme los audífonos se ha convertido (sí, hoy lunes, sigo con el dichoso grano)en una dolorosa proeza que me provoca mareo y lagrimeo intenso. Y ya de paso, me puse a reflexionar sobre mis "ayudantes de audición" (cómo suena, parezco un jurado de Factor X).

Anónimo dijo...

si te sirve de consuelo, en matalascañas, yo me bañaba sin ver bien, os veia borrosos a todos, y el mar era una mancha uniforme, no podia ver bien las olas, no se, a cada cual nos toca un temita, que le vamos a hacer, ademas tu tienes tu MEGATRUQUI, sabes leer los labios, y no te vas a agobiar ahora no? enga tia que yo soy rompetechos, y si me quito las gafas no veo, tu sabes lo que es ducharte y no verte apenas...o estar con tu chati y verlo borroso... mira para atras cari, que todos tenemos algo.
minipi.

Evla dijo...

Pi, si no me he venido abajo, lo que pasa es que estaba cabreadilla con el tema. Por cierto, eso de ver borroso, ¿te impidió ver el tsunami que tenías detrás en Matalascañas o fue que no te creíste mi aviso? ¡Juajuajua!

Anónimo dijo...

que graciosa eres

Evla dijo...

De vez en cuando, Minipeich.

velvetinna dijo...

Con la herramienta esta que tenemos de "Quizás también le interese..." he llegado hasta esta entrada del año 2007 na menos jajaja. Me recuerda a cuando usaba lentillas y gafas. Me alegro de que no te traumatizase el hecho de llevar audífonos, yo tengo una amiga que es sorda pero no se pone el dichoso aparatito ni para atrás y no oye nada bien, yo me esfuerzo porque me entienda y ella se esfuerza en entenderme, pero a veces resulta complicado. No sé cómo convencerla, pero sé que hasta que ella misma se acepte no lo hará. Yo no dudaría ni un instante en usar la tecnología, pero en fin... allá ella.

velvetinna dijo...

Por cierto, es que no se lo pone ni pa estar en casa ¿tú sabes lo difícil que es hablar con ella por teléfono?