martes, marzo 27, 2007

Cómo empezamos Grego y yo.

Hoy hacemos diez meses de casados Grego y yo. Me acabo de dar cuenta, así que voy a contar los inicios de nuestra historia. El título de esta entrada debería haber sido "Historia de dos pardillos", porque como pardillos y gayolos no teníamos precio, pero qué bonito fue, todo el día con indigestión de mariposas. Ahí va la historia:
Nunca me han gustado los hombres altos, me siento intimidada, pero él me entró por los ojos un buen día de reyes, del año del señor de 1997, por la tontería más grande: por decirme que si no me sentaba (estábamos en un bar) me iban a quitar el sitio. A partir de ahí ya no pude pensar en ningún otro hombre. Durante un año me guardé esto para mí sola. Al cabo del año, se lo confesé a una amiga, luego a otra, y al final a mi prima, que me dio los consejos pertinentes y acertados para efectuar una aproximación. La verdad es que tuve suerte de tener amigos en común con él, a los que previamente había informado, con la advertencia de que fueran sutiles o callaran para siempre. Ellos facilitaron un acercamiento entre los dos, que en un principio fue de lo más inocente (nuestras conversaciones trataban sobre pesca, política y religión), pero que, lentamente empezaron a dejar traslucir otras cosas. Seguíamos hablando de los mismos temas, pero las manos ya no permanecían pegadas a los costados o sosteniendo un vaso de tubo, no. Empezaron a juguetear, a darse palmaditas, a posarse en los hombros, a descansar una de las suyas sobre una de las mías, a quitar un mosquito imaginario enredado en el pelo. Qué bonito. Luego los dos besos de rigor empezaron a aproximarse peligrosamente hacia las comisuras de la boca (este jueguecito tan tonto pero tan efectivo lo empecé yo, y descubrí con placer que él lo seguía). El asunto iba a caer de un momento a otro por su mismo peso. Sólo teníamos que seguir así.
Unas semanas antes, a él se le fue la mano (o mejor dicho, la boca) en el juego de las comisuras, y si bien el primer beso fue a dar justo donde debía, en el segundo erró la puntería y me lo dio en la boca, lo que tuvo el efecto de no dejarme pegar ojo en toda la noche. Después de semana santa, una amiga se dio traza y maña para conseguir que yo fuera al mismo cumpleaños al que estaba él invitado, y allí me presenté, aterrorizada, con varios cubatas en mi haber (que no surtieron ningún efecto), pero pisando como la morena del relicario. No pasó nada, éramos los dos muy pardillos. Sólo al final de la madrugada, cuando estábamos desayunando, seis personas apretujadas en una mesa ínfima, empezó él a apretar su pierna contra la mía. Entonces se me despejaron las posibles dudas que aún podía haber albergado. A la semana siguiente, empezamos a salir…gracias a mí. Me pregunto qué hubiera pasado si no le hubiera preguntado a él si nos íbamos a otro sitio. Quizá hubiéramos tardado otra semana más, pero yo ya no estaba para paciencias. O en ese momento, o nunca. Él me siguió, me cogió de la mano, y en la calle me besó. Para no haberlo hecho nunca, lo hizo muy bien, la verdad. Yo no tenía una vasta experiencia en el arte del ósculo, sólo me había besado otro antes, pero todos los recuerdos se me evaporaron como un poco de nieve bajo el aliento de un dragón. A partir de ahí todo fue sobre ruedas.
Y hasta la fecha. Esto no lo he escrito para la ocasión, ya lo había guardado en mi archivo secreto contra las pérdidas de memoria, pero no me importa sacar a la luz los fragmentos menos escabrosos, jajajaja.

domingo, marzo 25, 2007

"Verano", Manuel Machado

Mientras hago tiempo, aquí os pongo este sonetillo trisilábico de Manuel Machado. Es una pequeña filigrana lingüística, y me encantó; os lo dejo para que lo disfrutéis.

Frutales
cargados.
Dorados
trigales...
Cristales
ahumados.
Quemados
jarales...
Umbría
sequía,
solano...
Paleta
completa:
verano.

Masa, de César Vallejo.

Masa
Al fin de la batalla,

y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:

«No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,

clamando: «Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,

con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces, todos los hombres de la tierra

le rodearon; les vió el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar.


(De "España, aparta de mí este cáliz")

viernes, marzo 23, 2007

Hablemos de "eso"

Cuando estaba en el colegio, una profesora (bastante retrógrada ella, todo hay que decirlo), nos dio una charla sobre sexualidad, aprovechando la tesitura de que estábamos en 7º de EGB y ya teníamos el período y toda esa parafernalia -bueno...todas, no. En mi caso, tuve dos años más de niñez y de felices juegos con muñequitas, siempre he sido más tardona para todo-, así que nos lo explicó todo . Hay que decir que el aspecto fisiológico lo bordó; hasta ese día, no tuve claro si la regla duraba un mes y descansabas cinco días o al revés, lo juro.

Pero hubo algo que se me quedó grabado, no sé por qué, ya que ni siquiera sabía con exactitud en qué consistía el sexo. Por aquellos entonces no entraba en mi cabeza que existiera algo llamado penetración, simplemente era incapaz de imaginarlo, aparte de que no entraba por el momento en mis intereses. La profe decía que aunque la mujer sintiera deseo hacia su pareja, debía disimularlo, pues no era bonito que una mujer tuviera deseos, eso sólo lo hacían las "mujeres de vida alegre" (palabras textuales, lo recuerdo perfectamente, porque pensé que sería divertido ser de mayor una mujer de vida alegre. Menos mal que me guardé la reflexión y no la expresé, o me hubieran expulsado una semana del colegio).

En fin, que ahora soy mayor y tengo pareja, y resulta que mis intereses han cambiado; ahora me aburre jugar al cala, y el sexo lo encuentro de lo más interesante. Y ya no quiero ser una mujer de vida alegre, porque al fin supe qué significa la expresión y, la verdad, esa vida tiene poco de alegre a mi modesto entender.

Sólo que me sigue intrigando que todavía hoy las mujeres nos sigamos comportando como si no nos gustara. No me gusta ser de las que dicen que no les gusta el sexo, "hoy nooooo, cariño, que me duele la cabeeeeza" y todas esas cosas. O bien, "uf, mi marido, qué agotadita me tiene, a ver si me deja en paz esta noche". No. Opto por callarme y no decir nada. Porque no me parece bien criticar en público una actividad que en privado me encanta. Tampoco me parece bien ir diciendo a las primeras de cambio "¡me encaaaaaanta hacer el amor! ¡me enloquece! Hacemos esto, lo otro y lo de más allá..." Tampoco. El sexo es cosa de dos y además, privada, mejor no publicar los detalles. Sólo que no pongo una cara en la intimidad y otra de cara a la galería.
Una amiga mía, de mi edad además, con la que tuve un día una de esas divertidas charlas sobre sexo, empezó a acusarnos a otra amiga y a mí de tener la temperatura más alta de lo normal, pero con una palabreja más soez. Y todo porque considerábamos que no siempre el hombre ha de llevar la voz cantante y la iniciativa. Por más que intentábamos razonar con ella aduciendo que el sexo es cosa de dos, no hubo manera.
No sé cómo seguimos actuando así, después de todos los terrenos que hemos ido conquistando. El gusto por el sexo no es patrimonio de los hombres. Que yo sepa, las mujeres somos también seres sexuales, todavía no he conocido a ninguna mujer con alas y aureola en la cabeza. Menos mal que no somos así, lo que nos perderíamos; el sexo es bonito, placentero y, junto con la poesía y el queso, el mejor invento de la humanidad.

miércoles, marzo 21, 2007

Pintura oriental sobre seda

Me encanta la pintura china y japonesa sobre seda, sobre todo cuando son paisajes, pájaros y plantas. Aquí os pongo una selección de mi banco de imágenes. Espero que os guste.


Del libro de almohada de Shei Shonagon

Escrito por Sei Shonagon, dama de la corte de la Emperatriz Sadako en el Japón del siglo X, EL LIBRO DE LA ALMOHADA - llamado así para describir un libro de notas informal que se guardaba posiblemente en los cajones de las almohadas de madera- es, ademas una pequeña joya literaria, un vivo y colorido retrato de la vida en la corte imperial.


"Es un gran placer arrancar una larga rama florida de un cerezo y ponerla en un gran florero. !Qué hermosa tarea para ejecutar frente a una visita mientras se conversa!"

"Un ama de leche que se ha quedado con ella"

"Un buen amante debe comportarse al alba de un modo tan decoroso como a cualquier hora"






"Cuando uno deja de querer a alguien, uno siente que es otro, aunque sigue siendo el mismo"

"Personas que conviven y que mantienen su reserva. Por mas que esas personas quieran ocultar sus flaquezas, generalmente fallan"


lunes, marzo 19, 2007

Aaaaaaquellas fotos antiguas...

Ahí os pongo fotos de cuando era pequeña. No son muy buenas porque no tengo escáner, todo se andará. De momento, hay que conformarse con lo que hay.






Música para el día del padre

Pongo un video de la canción que mi padre me cantaba todas las mañanas, antes de irse a trabajar cuando yo era pequeña. No sé qué concepto tenía yo del hecho de que mi padre se fuera, pero al parecer debía de pensar que se iba a la guerra, porque me daban unas lloreras tremendas. Luego vinieron más muñequitas lindas, pero entonces yo era la única, y la verdad es que mi padre me tenía bastante consentida, no recuerdo que le cantara boleros a mis hermanas antes de irse al trabajo ( hay que tener ganas, también...es lo último que me apetece a mí por las mañanas, cantar).



Como no se me ocurre otra manera de celebrar el día del padre, pongo este vídeo. Al fin y al cabo, esta canción es la más antigua que recuerdo, y ese recuerdo se lo debo a mi padre.

viernes, marzo 16, 2007

A petición de Juan

Me pidió que la pusiera en el blog, porque no tenía posibilidad de conseguir el Extremadura del 8 de marzo. Aunque un poco pasada de fecha, te pongo la carta que me publicaron:


Mi madre es una jabata. Tiene seis hijos, aunque poco a poco, la vamos aliviando y le vamos despejando el piso de algo más de setenta metros cuadrados en el que hemos nacido y vivido. Me di cuenta de lo que era cuando esuvo ingresada en el hospital. Me quedé al cargo de la casa. Y durante esos nueve días, sólo pude ir uno a la escuela de idiomas y a duras penas podía acercarme al hospital a verla. Y sólo fui el brazo ejecutor. A través del móvil me daba el menú y algunas instrucciones más. Y eso que durante esos nueve días no parí seis hijos, ni tuve que aguantar a ningún jefe ni cobrar nóminas inferiores a mis compañeros por el hecho de ser mujer, ni despedirme de la muchacha que dejaba la casa porque se casaba y encontrarme sola ante unos bebés que lloraban cuando me iba a trabajar; ni volvía del trabajo y me encontraba la casa patas arriba, ni renuncié a un estupendo sueldo en un banco para dedicarme a mis hijos y mi marido, ni hacer filigranas cordobesas con un solo sueldo, ni tuve que buscar colegios, comprar libros de texto para el regimiento que le iba naciendo, ni comprar ropa ni hablar con profesores ni llevar los niños al médico, ni tuve que operarme de vesícula y pasarme un mes en el hospital, ni sufrir cólicos...
No. Y aun así, no me alcanzaba el día para nada. A las diez de la noche se me cerraban los ojos, aunque mi madre nunca se ha acostado a esa hora. A esa hora, mi madre aprovecha para planchar o para, al fin, poder bordar un poco. A las siete de la mañana, o a las seis, si hay mucha plancha, está en pie. Y cuando nos levantamos, el café está listo en la cocina.
Mi madre sabe cantar, coser, bordar, cocinar (atesora una dedicatoria de Arzak, en la que concuerda con ella en que la cocina es amor), hacer bolillos, poesía. No ha perdido la facultad de reírse a carcajadas por cualquier tontería...mi madre sabe hacer muchas cosas y no me alcanza para contarlas aquí. No me alcanzan treinta líneas para contar todo lo que mi madre hace, todo lo que mi madre sabe a pesar de su certificado de estudios primarios; todo lo que mi madre es. Sólo puedo decir que a pesar de no salir en Forbes cada año, ni en Cosmopolitan, es una superwoman; en extremeño, jabata.


(Nota: No adjunto la foto de mi madre que salió publicada, porque opina que no sale bien, y ya es bastante con una vez en el periódico. Me echó una bronca...).

martes, marzo 13, 2007

Un día normal

Por la mañana...Qué sueño, la Virgen...
Así que , en cuanto pongo los pies en el suelo, corro a mi...
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Me arreglo como puedo y me voy a trabajar:
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Menos mal que nunca hay problemas de aparcamiento:
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Después de la agotadora jornada de clases de latin (kings)...












... me relajo en casita, como y me voy a andar.
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Y cuando viene Grego, mejor todavía:
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Y al final de la jornada...

(Caemos como bebés. Ssssshhhhh....)

lunes, marzo 12, 2007

Fotos bonitas

Como hace tiempo que no entro (me había quedado sin línea telefónica... ¿qué me habrán hecho?), y estoy algo aburridilla ahora que Grego está en Madrid, os pongo algunas fotos cucas. La verdad es que a esta hora no me apetece mucho escribir. Estoy molida, me he dedicado a la jardinería casera durante toda la tarde, mis macetas reclamaban algo más de atención de lo normal, y he pensado que podía dársela hoy. El patio parecía una batalla campal, luego me ha tocado fregarlo de arriba a abajo, pero al menos mis macetitas están podadas, abonadas, trasplantadas y bonitas. Y ahora, a relajarse...





jueves, marzo 01, 2007

Vamos a soñar despiertos, tralará...

Primero, que publico un libro y se convierte en éxito de ventas:
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Y luego, que me dedican una estrella en el Paseo de la Fama por ser la reina del mambo:
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Y luego, me desperté:


Y seguía donde estoy, que es donde tengo que estar:


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