martes, septiembre 11, 2007

Voyage, voyage... Cuarto día. Gárgolas, museos y crêpes

El cuarto día nos fuimos raudos y veloces a Notre Dame para no tener que hacer cola y subir a departir con las gárgolas. Llegamos a las nueve, y como hasta las diez no abrían, sólo había una familia delante de nosotros en la cola. Nos sentamos a esperar y a ver cómo en el café de enfrente una señora hacía crêpes como aquí hacen los churros. Por cierto que en la cola nos percatamos de que calle arriba, calle abajo paseaban las dos únicas gitanas que vimos en París. Curiosamente, una de ellas tenía los ojos verdes. A punto estuve de preguntarle si se llamaba Esmeralda. Era muy sospechosooooo...una gitana de ojos verdes pululando por Notre Dame...
Bien, he aquí unas fotos de arriba:





De ahí nos fuimos al Museo d´Orsay. Cuando salimos del metro descubrimos asombrados que nuestro querido adivino Rappel es persona non grata en París, vean, vean, si no:

Cuando llegamos al museo había una larguísima cola en zig zag, y Grego y yo nos pusimos al final, claro está, aunque no por mucho tiempo, jejeje. Grego me dijo que fuera a preguntarle al pollo de la puerta que si tenía que pagar entrada con mi carnet de discapacitada. Yo protesté porque era la entrada de grupos, la entrada de visitantes individuales estaba en la otra punta, pero tras un breve forcejeo verbal, fui hacia el portero mientras mascullaba entre dientes el discursito que iba preparando en francés. El caso es que el señor, muy amable, tras comprender que yo era discapacitada y española (a pesar de la desconocida banderita de Extremadura que ostenta el carnet), me quería hacer pasar inmediatamente por la entrada de grupos, pero le dije que esperase un segundín y fui a rescatar a Grego de la cola. Entramos felices y contentos gracias a mi mágica llave que nos ahorró tiempo y dinero.

El Museo d´Orsay era una antigua estación de tren reconvertida en un maravilloso museo con una luz muy especial. Es de reconocer el partido que le han sacado al edificio, tiene hasta una enorme sala de baile de lo más rococosa, pero muy bonita. Lo primero que llama la atención es el enorme reloj dorado. Luego vas por las salas diciendo "¡oh!" y "¡ah!" ante la cantidad de pinturas famosas. Por cierto, hay una representación de Gaudí y esculturas de Camille Claudel, que me hicieron mucha ilusión. Y no recordaba hasta que me lo encontré que estaba ahí el famoso "Origen del mundo" de Courbet. Habrá quien se escandalice, pero a nosotros nos pareció un cuadro muy bonito, aunque muy osado para la época. Creo que se impone otro Slide (seré breve):



Bueno, en el museo estuvimos hasta por la tarde. Comimos allí en lo que los franceses llaman una "mezzanine",o lo que es lo mismo, una especie de entreplanta que puede estar en cualquier piso y que ellos aprovechan para autoservicio. Me hubiera gustado comer en el restaurante rococó del museo, pero era algo carillo (tampoco mucho) y lo que es peor, mientras a mí me gustaba todo lo del menú, a Grego no le iba a gustar nada, había demasiado pescadito , así que optamos por los sandwiches de pollo tandoori de la mezzanine dichosa.


Es uno de los museos más bonitos que he visto, tanto por su continente como por su contenido, pero me niego a establecer comparaciones con el Louvre. Son dos museos diferentes, el Louvre es heterogéneo, hay de todo, y el Orsay es monotemático, por así decirlo, sólo se ciñe a una determinada época.


Después del museo..¿qué hicimos? Se me ha ido el santo al cielo.Ah, sí, como ya habían hecho acto de aparición las burbujas en mi pie derecho (se ve que cargo más peso en un pie que en otro, es decir, ando de lado como un pato), nos fuimos al hotel, nos duchamos y nos echamos una siestuca. Luego sobre las siete o así, nos compramos unos crêpes. Yo me lo pedí de plátano y Grego, el muy goloseras, de Nutella. Claro, no pudo acabarlo, era demasiado. Y es que los crêpes, aunque son exactos a los que yo hago, son enooormes, no mis menudencias tamaño sartén chiquita. Luego Grego propuso que fuéramos a hacerle más fotos a la Torre Eiffel de noche. Aunque estaba con los pies destrozaos, no le puedo negar nada a mi pequeño gran hombre, y allá que nos fuimos, y menos mal, porque nos despachamos a gusto (esta vez no subimos) haciendo fotillos a las lucecitas que titilaban. Llegamos justo a tiempo. He aquí una pequeña muestra:



Ésta última foto está tomada desde el Trocadèro.

Y con esto, fin del cuarto día.

3 comentarios :

Anónimo dijo...

Ciertamente, parece que el Museo d´Orsay es también de obligada visita porque hay mucho impresionismo, ¿no? ¿Es caro?

Evla dijo...

Anda entre 7 u 8 eurines, no lo sé seguro, pero merece la pena.

Anónimo dijo...

Me lo apunto para cuando vaya, gracias.