Arthur Conan Doyle
"El mundo real es mucho más pequeño que el mundo de la imaginación."
Friedrich Nietzsche
"En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento."
Albert Einstein
"La imaginación es la voz del atrevimiento."
Henry Miller
"La imaginación nunca se sacia; tiene por cárcel todo el universo"
Benjamín Jarnés
"Si un hombre se imagina una cosa, otro la tornará en realidad."
Julio Verne
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Según la Wikipedia, imaginación (del latín imaginatĭo, -ōnis) es el ejercicio de abstracción de la realidad actual, supuesto en el cual se da solución a necesidades, deseos o preferencias. Las soluciones pueden ser más o menos realistas, en función de lo razonable que sea lo imaginado.
Personalmente, no me gusta definir la imaginación, porque creo que es un concepto tan amplio como un universo paralelo, y soy incapaz de abarcar en dos o tres frases lo que es.
De todas maneras, no se trata de definir aquí este concepto, sino de quejarme amargamente de que la imaginación,según veo cada día más, va brillando por su ausencia en nuestras mentes, cada vez más prosaicas y menos dadas a liberarse de este mundo.
La definición de arriba trata a la imaginación como una solución, pero para mí es un placer. No digo que no me solucione nada, pero sobre todo, la imaginación es placer y poder. Gracias a ella puedo volar, o verme alta y delgada, o tener una isla en la Polinesia, o vivir en un castillo, o, simplemente, tener una plaza fija (que tampoco es moco de pavo).
Todo el mundo me acusa ( y digo bien, me acusa) de tener una imaginación desbordante. Una de mis primas, cada vez que venía a casa, se sorprendía de oírnos hablar sobre tontunas varias. Se quedaba boquiabierta y luego nos decía que "teníamos demasiada imaginación", de modo algo despectivo y admirativo a la vez. Claro es que la pobre señora malamente había cogido un libro en su vida. Porque yo le debo a los libros el hecho de que en mi cabeza exploten fuegos artificiales a todas horas. Y no me refiero a la literatura fantástica, sino a toda la literatura. Gracias a eso, puedo ver en mi mente con bastante detalle al personaje de cualquier libro (¡acerté imaginándome a La Regenta con la cara de Aitana Sánchez Gijón seis años antes de la serie!), puedo crear la historia que a mí me dé la gana en mi cabeza y me la cuento a mí misma por las noches.Y luego, si creo que merece la pena, la escribo.
Y sin embargo... veo en la mayoría de los alumnos que tenemos en el instituto una mente desprovista de colores. Y luego eso se traduce en unos conocimientos más pobres y menos firmes.
El latín y el griego, en apariencia, son "lenguas exactas", son muy matemáticas y normalmente en ellas a + b = c . Sin embargo hay cosas que se pueden explicar con imaginación. Cuando les digo que el adjetivo es la palabra más cobarde de la lengua porque no se atreve a salir si no es de la mano de un sustantivo o un verbo copulativo me miran como si me hubiera vuelto loca. No lo entienden. Pero conocer historietas de éstas ayuda muchísimo a fijar los conocimientos. No son capaces de ver una historia en la gramática. No saben la cruz que tengo con que se aprendan los verbos deponentes. Por más que le digo que son verbos "espías", que son activos y se disfrazan de pasivos y que el archivo secreto de los deponentes es el diccionario, no son capaces de imaginarse un verbo con gabardina, borsalino y gafas oscuras. Me miran como si hablase en mandarín. Sobre todo uno de ellos, que no sólo carece por completo de imaginación; se enfada y me reprocha que les cuente este tipo de historias.
También fuera del trabajo se nos reprocha a los imaginativos que lo seamos. Nos tildan de quijotes, de que se nos va a secar el seso (¿no es al revés?), de tontos, de infantiles...Sin embargo, poder imaginar es una de las riquezas más grandes que pueden poseerse, porque nos permite tener un mundo interior tan grande como el exterior, o mayor aún.
Y además es muy útil y productivo. Einstein decía "La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado, la imaginación rodea al mundo." Y este señor creó una teoría científica importantísima; de lo que se deduce que la imaginación no es patrimonio de las letras, sino de todo aquél que lea, piense y observe.
Creo que también la televisión hace mucho daño; en ocasiones, dejamos que piense por nosotros. Por eso la veo poco, algunas series policíacas y dibujos animados. No me gustaría convertirla en la niñera electrónica de mis futuros hijos, si es que alguna vez los tengo. Si estoy en casa sola, la tele está apagada; muy aburrida debo de estar para encenderla.
Por último, tampoco les interesa a las altas instancias que seamos imaginativos, sino productores borreguiles. Menos opinión y más producción, piensan. Prosaica idea. Claro que así son ellos de aburridines. Y así nos va.
Desde luego, no estoy dando un poder absoluto a la imaginación, sino de buscar un equilibrio entre lo pragmático, lo real, y lo que pensamos e imaginamos. No sólo resulta útil, sino que también nos sirve para dar un poco más de gracia a este nuestro mundo, que ya lo hacemos bastante grisáceo cada día.
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