El Balrog llegó al puente. Gandalf aguardaba en el medio, apoyándose en la vara que tenía en la mano izquierda(...) El enemigo se detuvo de nuevo, enfrentándolo, y la sombra que lo envolvía se abrió a los lados como dos vastas alas. En seguida esgrimió el látigo y las colas crujieron y gimieron. Un fuego le salía de la nariz. Pero Gandalf no se movió.
-No puedes pasar -dijo. Los orcos permanecieron inmóviles y un silencio de muerte cayó alrededor. -(...) No puedes pasar. El fuego oscuro no te servirá de nada, llama de Udûn. ¡Vuelve a la Sombra! No puedes pasar.
-¿Por qué? - rugió el Balrog con una voz que llenó de ecos la caverna. Gandalf se apoyó en la vara y lo miró con cólera.
-¡Está fregado! -gritó.
El Balrog miró a los orcos, y éstos bajaron la mirada, incómodos.
-Está bien, muchachos -suspiró el Balrog -. Veremos el partido en el bar.
Nota: La cursiva es de Tolkien (espero que no me fulmine con un látigo de fuego desde donde esté. El resto es lo que me inspira estar un sábado dedicada al fregotego).