¡Vaya la que se ha liado en el blog de la asociación de baile! Y quien empezó fue ni más ni menos que servidora de ustedes; pero yo me limité a dar mi opinión sin descalificaciones burdas. Pues la bola ha empezado a rodar y a rodar cuesta abajo y ahora, oh, sorpresa, resulta que hay dos facciones, dos, en este mundillo. Cada una a favor de un monitor diferente. Y a favor de un bar que, a pesar de lo que piensen quienes lo defienden, sólo piensa en su propio beneficio. Como es lógico.
Pero no es eso lo más grave, al fin y al cabo, todo el mundo es libre de querer más a uno o a otro. Lo grave ha sido la sarta de imprecaciones surgidas a raíz de una expresión hecha que utilicé: "competencia desleal". De ahí a interpretar que yo estaba llamando desleal a vaya usted a saber a quién fue todo uno; empezaron las recriminaciones, los cabreos, los insultos, los trapos sucios, los ataques...y tristemente, la mayoría de ellos, anónimos. Sólo un puñadito hemos firmado con nuestros nombres; curiosamente, los más moderados. Bajo la capa del anonimato se han vertido palabras muy gruesas (y muy mal escritas, lo siento, pero me sale la vena filóloga y esas cosas me salen de ojo...).
Con todo este follón se me ocurren unas cuantas cosas: una, que parece que la gente está deseando que se abra un resquicio para entrar a matar. Otra, que somos cobardes como ratitas de barco. Otra, que no sabemos leer bien y entendemos todo como nos da la gana. Y otra, la más importante: que a partir de este momento, paso de implicarme en una asociación que ha pasado de ser una reunión de alegres amigos a un foro de exabruptos por el tema más nimio. No se puede opinar porque enseguida salta alguien con trapos sucios que no vienen ni a cuento; no puede uno salirse de las actividades que marca la asociación, porque entonces empiezan a mirarte mal y a decir que cómo estás cambiando. No puede uno llevarse mejor con un grupito que con otro, porque enseguida empiezan a pensar que nos juntamos para criticar al otro. Me estoy cansando de tanta estrechez de miras, tanta susceptibilidad y tan poca educación. Parece mentira que aún no sepamos qué cosa es el respeto.